martes, 7 de abril de 2009

TIEMPOS IDOS

Por: Luis Fernando Orozco Gutiérrez



EL EMIGRANTE
I

El aeropuerto de “Palma Seca”, estaba colmado de gentes, siendo las 4 de la mañana, a esa hora se preparaban a tomar el avión los pasajeros del vuelo a Miami. Los viajeros hacían fila, frente al funcionario de emigración, mostrando todos los documentos exigidos: cedula, pasaporte y visa, cuando me toco el turno, me presente con mi maletín de mano, al mostrar los papeles, el empleado reviso y al fondo encontró un polvo blanco, agote todas mis explicaciones diciendo que era la valija que utilizaba para mis viajes en el interior y que el polvo blanco, era talco higiénico que se había derramado, con incredulidad el oficinista tomo un poco en su dedo y lo probo, al darse cuenta la realidad, autorizo mi acceso a la sala de espera del vuelo internacional.
Ese es un infortunio que debemos pasar todos los Colombinos, pues gracia a la cantidad de narcotraficantes que tenemos, los demás debemos pagar el pato por ellos. En cada colombiano en los aeropuertos del mundo hay un traficante, y la gran mayoría somos gentes de bien, pero el daño provocado por nuestros hermanos, es para todos.
Con los nervios naturales de quien emigra y aumentándole los del suceso, tome mi silla, me había despedido de mi familia en un viaje que consideraba sin regreso, razón para que las lagrimas no faltaran.
De Cali, tomamos la ruta del canal de Panamá, por lo que el mar Pacifico, en principio nos acompaño. La vista del Canal, cambio mi situación, ensimismándome en recordar lo que había leído de su construcción, convertida en tragedia, hasta la pérdida del territorio y la deshonrosa paga que realizaron los Estados Unidos por 25 millones de dólares, pero esto sirvió para olvidar transitoriamente mi reciente anécdota de trasportador de droga sucedida en el aeropuerto. Llegar al océano Atlántico y conocer desde la altura Isla Caimán, observar a Cuba y finalmente arribar a tierra firme para llegar a Miami.
La llegada a Miami, tuvo ribetes interesantes, allí todo era moderno, el piso que nos transporto a el ala del terminal aéreo, buscando la oficina de inmigración, gentes de todos los colores y razas haciendo filas frente a las cantidades de ventanillas. Cuándo me toco el turno me atendió un gringo de raza negra, en su interrogatorio me pregunto cuál era mi interés por ingresar a su país, que tiempo iba permanecer. Al oír mi respuesta de seis meses, me dirigió a otra oficina, donde hacían cola, extranjeros que inmigraban. Permanecí un buen rato cuando fui entrevistado por un cubano norteamericano, que me dice sin preguntar cual es el interés de permanecer seis meses en el país? Respondí que era un viaje que estaba ansiando, por muchos años, expuse la fotografía del dueño de la casa en una granja de Ohio, que esperaba mi visita. El funcionario acepto mis respuestas y me expreso que tres meses eran suficientes, si tendría que disponer de más tiempo, podía recurrir a una oficina estatal de inmigración para realizar la solicitud. Aunque hice uso del maletín de mano, para mostrar la fotografía, no hubo sospecha, sobre el polvo de talco, que me hizo padecer casi todo el viaje. En el Hall principal del Terminal Aéreo, una multitud de gente esperaba la llegada de inmigrantes cubanos, que habían sido autorizados por los Estados Unidos, para visitar el país y sus parientes que habían emigrado de Cuba en el sonado caso del “Marielito”, llevaban años sin verse.
Esperado me equipaje, hice amistad con un cubano, que se encontraría con un pariente en el vuelo recién llegado, le pregunte por la cantidad de gente y me respondió, el suceso diciendo:
Abriendo el puerto de Mariel brevemente, Fidel logró deshacerse de una rebeldía peligrosa y, a la vez, vaciar las cárceles de los criminales comunes que ya no podía alimentar. Con su habitual cinismo y desprecio por los sentimientos humanos, se cuidó muy bien de liberar a los presos políticos que hubieran resultado enemigos peligrosos fuera del país. De ese modo, le hizo al mundo lo que parecía un gesto de benevolencia, pero cargándolo de elementos que sabía envenenarían al exilio
Mariel es un puerto interrogue?
El puerto de Mariel ubicado en la costa noroeste de Cuba es conocido exclusivamente como un centro de tráfico marítimo y de pesca, ahora se ha convertido en símbolo del tesón y virtudes del pueblo cubano.

El diminutivo ''marielito'' ha venido a resumirlas afectuosamente en reconocimiento de los sufrimientos superados por quienes lo usaron para escapar del comunismo hacia donde pudieran ejercer las libertades.
La salida por Mariel fue un éxodo, una fuga en masa de quienes quedaron sufriendo las primeras ráfagas del rencor que animaba cada nuevo gesto político de Fidel ante todo intento de reclamación de derechos civiles. El descontento popular se desbordaba.
La charla con el recién amigo y la multitud de cubanos me hicieron perder a mi amigo “Tato” del colegio que me estaba esperando, el aeropuerto fue perdiendo gente que salía para sus hogares, todos felices, recibían a su pariente hasta que al fin encontré a mi compañero de Manizales.
Nos confundimos en un abrazo eterno, eran 17 años sin vernos, desde que los despedimos con Marcel y “Pingüino”, en el aeropuerto de Pereira, cuando dejaban a Colombia para siempre, ya llevaban visa de residente y su destino era Los Ángeles California.
Me invito a su carro que tenia estacionada en el Terminal, un edificio metálico de varios pisos, necesario para la inmensidad del aeropuerto. Llegamos a su apartamento en un gran condominio “Fontainebleau”, desde allí todo fue descreste, yo salía de una ciudad moderna en Colombia, que por esos años iniciaba su despeje, salía de ser un pueblo para entrar a ser una ciudad: Cali
“Tato”, había dejado hacía varios años a California, primero, aun teniendo el pie plano, se entregó voluntariamente a la “army” del ejército norteamericano y después de recibir instrucciones en Alemania, fue destinado para Corea, por la época de la guerra del Vietman. Su estadía prestando el servicio militar , fue lo mejor que pudo haber hecho, en nuestra clases del Colegio de Nuestra Señora, estaba considerado como uno de los mejores alumnos, le decía Alain Delon, por lo parecido con el artista francés, pero tenía un defecto que lo limitaba en la vida , era un hombre demasiado tímido.
En el Manizales de su época gozaba de fama de “tumbador”, las mujeres se morían por él, pero eran los amigos las que se las aprovechaban. Inicio la carrera de Agronomía, duro 2 años, el deseo de emigrar fue superior a su inteligencia.
Vivía con una Mejicana, hacían una pareja feliz, ella trabajaba en un gran Centro Comercial y él era el patrono de la casa, además de permanecer todo el día en ella, hacia unos cuadros numéricos en papel para observar la fluctuación de la bolsa, después de ver por varias horas el canal de televisión que mostraba la oscilación de las acciones, pasaba el resultado a las hojas que cada quince días presentaba a un amigo y de acuerdo a esto, este invertía, ese era su trabajo y la manera de obtener algún salario, que no era malo.<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<
Mi llegada a Miami, coincidió con la iniciación del campeonato mundial de futbol de España, todo el día veíamos partidos, pero antes habíamos comprado la cerveza que estuviera de oferta en el comercio y que nos durara para ver todos los encuentros programados para el día.
Con la compañía de mi amigo, conocí a Miami, no hubo rincón que no visitara: el mar, los “moles”, los bares, en fin la ciudad era al cabo de unos días, mi ciudad, viaje a los sitos más cercanos, sabiendo que después de mi transito por el interior del país debía volver a ella.
Expuse a mi amigo del viaje que haría a Ohio, para visitar un matrimonio, que había tenido de invitados en Cali, por medio de la “Fuerza de la amistad”, años atrás. Este programa lo revalido el presidente Carter, pero había sido ideado por Eisenhower.
En un vuelo “chárter”, un grupo de americanos intercambiaba amistad con uno similar en el país anfitrión, en el mismo vuelo se devolvían los del intercambio, y permanecían durante dos semanas, aprendiendo las costumbres y todo lo que el pueblo receptor ofreciera. Esta es una experiencia que debería repetirse, pero el programa se vino a menos, de los colombianos que fueron, aprovecharon la circunstancia para quedarse en el país que los recibía.
Había sido invitado con insistencia por la familia Matheus, de Saint Paris, Ohio, ellos eranuan pareja de veteranos los: Russell, el un viejo guasón que frisaba los ochenta años y su mujer Dorothy de contextura gruesa muy típica en los norteamericanos. El matrimonio había cumplido los cincuenta años de boda días antes de mi encuentro, al cual la invitación había llegado.
Su estadía en Colombia en mi hogar la consideraron como una segunda “luna de miel”.
Mis padres no sabían ingles y los Matheus no sabían español, sin embargo se entendieron sin saber porque, mi padre había estudiado en el colegio y la universidad ingles, pero la falta de práctica le hizo olvidar lo enseñado.
En una de las visitas programadas a Popayán para enseñarles a los forasteros, una de las ciudades importantes del país, que databa desde la colonización, íbamos en una camioneta “pichaut” descubierta atrás, en la parte delantera naturalmente iban las dos señoras, y atrás acompañados por la jauría, marchaban los dos viejos, cada uno hablaba su idioma y no sé cómo pero se entendían.
En las calles centenarias de Popayán, mi padre iniciaba la conversación en un ingles solemne, mostrándoles una de las edificaciones históricas de la ciudad visitada, sus acompañantes extranjeros asentían con su movimiento positivo de la cabeza enseñando que estaban entendiendo todo, pero en menos de un minuto, el ya estaba hablando español, realizando toda la gesticulación como si hablara el idioma extranjero, aun así le entendían todo, por eso creo que valen más los gestos que las palabras.
Donde esos amigos debía viajar

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